SE esperaba buen tiempo y el sol no defraudó. La buena temperatura animó ayer a que los senderos del Serantes se convirtieran un año más en una procesión tradicional hasta la cima. Los dos últimos años, la lluvia había hecho bajar el número de participantes en la romería de Cornites, una fecha señalada para los santurtziarras a la que se suman cada Lunes de Pascua vecinos de todo Ezkerraldea. Con el problema de las nubes disipado, el coqueto monte de Santurtzi volvió a sellar ayer una de sus ediciones más multitudinarias.
Los seis kilómetros del Serantes son muy llevaderos. Por ese motivo, es fácil dejar la pereza en casa. Solo hacen falta unas buenas zapatillas, un botellín de agua -o dos- y hacerse con un rico cornite para iniciar el camino hasta el torreón. La recompensa llega al final, con las impresionantes vistas que se pueden observar desde lo alto, tras más de cuarenta minutos de ascensión. A la romería se apuntan todos, santurtziarras y vecinos de todos los rincones de la comarca. Aitites, amamas, cuadrillas de adolescentes y hasta recién nacidos, a quienes los padres empujan en el carrito con la ilusión de que disfruten de su primera feria de Cornites. “Hay que mantener viva la tradición”, aseguraba Jokin, vecino de Santur-tzi, acompañado de un amigo.
Y es que en la localidad marinera son fieles a esta cita, con la que culminan la Semana Santa por todo lo alto y empiezan a abrir boca de cara a sus fiestas de San Jorge, que comenzarán el próximo día 23. “Se nota que el buen tiempo nos anima a salir de casa porque hoy se ve mucha más gente que el pasado año”, explicaba este joven, en su regreso a la civilización. La peregrinación comenzó desde bien temprano. Los más madrugadores ya compraban cornites pasadas las 9.00 horas. En cambio, no fue hasta pasadas las 11.30 cuando el serpenteante itinerario de asfalto se abarrotaba de gentío, camino a la cima. “Este año me había propuesto subir hasta arriba, pero creo que no lo voy a hacer, aprieta el sol”, decía Begoña Castaño, acompañada de su marido y dos amigos. “Creo que voy a esperar a que bajen -por sus acompañantes- mientras disfruto de las vistas desde el fuerte”, anunció apuntando con la mano a la estructura, en ruinas, que se encuentra en pleno proceso de rehabilitación.
TIEMPO DE DIVERSIÓN La primera parada obligatoria en el recorrido llega en la zona del Mazo. Una txosna tienta a los participantes de la romería a hacer un alto y brindar con sidra. La ocasión lo merece. Talos con chorizo y otras suculentas preparaciones como lomo y beicon ayudan a reponer fuerzas para afrontar el último repecho hasta la cima. Mientras los mayores disfrutaban de los manjares culinarios, los más pequeños soltaban adrenalina en los castillos hinchables que el Ayuntamiento de Santurtzi instala cada año en la zona.
Hay quien realiza el camino en solitario, montado en bicicleta o caballo. Pero el de Cornites es un día para celebrar con familia y amigos. Es el caso de Ane, Miguel, Inma, Rakel, Inés y Nieves, que subían desde el barrio santurtziarra de Mamariga para “mantener viva la tradición que nos transmitieron aita y ama”, aseguraban. “Subíamos con ellos cada año, con la tortilla, el bocata y la bota de vino, que era solo para aita, claro”, recordaban, divertidos. Esta cuadrilla santurtziarra no se pierde la romería “a no ser que llueva, que ya nos da pereza”. Pero este año decidieron cambiar la tortilla y el bocata por una tentadora barbacoa en casa. “Ya estamos mayores para la tortilla en el suelo”, bromeaban.
Sentadas en el verde del Serantes tomaban aire Jone, Rebeca, Soihartze, Amara y Cataysa, un grupos de amigas que decidió aprovechar el buen tiempo para acudir al Serantes andando desde Portugalete. Después de una hora y cuarenta minutos de caminata, descansaban junto al castillo santurtziarra. “Antes veníamos todos los años con nuestros padres, ahora venimos solas para continuar con la tradición”, explicaban, dispuestas a pasar el día en las faldas del monte.
TRADICIÓN VIVA La tradición demostró ayer estar más viva que nunca. “Aunque solo sea subir y bajar, nunca nos lo perdemos, Cornites es muy nuestro”, indicaban Carlos y Eneritz, también de la localidad marinera, con el cornite en la mano. “Está bueno, es pan con chorizo y huevo cocido, aunque casi siempre acabamos tirando el huevo a la basura”, reían.
Cornites se está haciendo cada vez más popular. Así, antes de llegar hasta la cima, probaban suerte María Isabel y Pedro, dos vendedores ambulantes que acudían por primera vez a la feria. En su puesto se podían encontrar productos con el sabor de siempre, como barquillos, almendras garrapiñadas y unos bastones de caramelo que viajaban desde Valencia. “Hemos intentado traer cosas diferentes y el día va muy bien. Seguro que el año que viene repetimos”, anunció él.
La fiesta se mantuvo en el Serantes hasta bien entrada la tarde. Nadie quería pensar en que hoy comienza de nuevo el trabajo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario