2010/06/22

El Carmen estrena pulsera

Una santurtziarra dedica tiempo y arte en apoyar a adolescentes de Guatemala
Emilio Zunzunegi DEIA

POCAS cosas en la vida producen tanta satisfacción personal como la recompensa que ofrece la sonrisa de un niño al que estás apoyando o ayudando, aunque sea a miles de kilómetros de distancia y con una pulsera por bandera.

Algo que cautivó sin reservas a Vanesa, una joven santurtziarra que hace dos años se dejó llevar por su instinto, a medio camino entre la aventura y la devoción, para recalar en la localidad guatemalteca de Jocotenango donde ha colaborado en el desarrollo del programa Los patojos (aquí les decimos chavales) que trata de llevar educación y respeto a los jóvenes de esta localidad cercana a la nueva capital de Ciudad Guatemala.

"Es increíble ver como gente que apenas tiene nada para mantenerse, que sufre unas carencias vitales importantes, esté tan llena de energía, de una enorme alegría ante la vida que aquí no se da", resume la joven santurtziarra, quien no duda que su destino tendrá mucho que ver con esta opción solidaria.
Profesional de la publicidad y las relaciones públicas, aunque trabaja de administrativo, Vanesa compagina su escaso tiempo libre con la formación a través de la UNED en la especialidad de Trabajo social "algo que me gusta cada día más y en lo que espero poder trabajar en un futuro", reseña.
Pulseras solidarias

Me enseñó a hacerlas una cooperante holandesa
Mientras completa su proceso formativo, Vanesa no pierde el tiempo en su compromiso solidario y por ello, en la distancia, ha puesto en marcha una iniciativa con la que obtener fondos para el programa de Los patojos, destinado a ayudar a los niños y adolescentes de Jocotenango, esos que le escriben sus anhelos y agradecimientos en postales hechas a mano, con faltas de ortografía incluidas, y que Vanesa guarda como un auténtico tesoro.

"Son unos chavales estupendos que no tienen nada pero que te lo dan todo, sobre todo sus sonrisas, ante las cuales no queda más que rendirse. Ellos son el futuro de un país que padece una gran necesidad y que recientemente se ha visto sacudido por fenómenos naturales que agudizan aún más su penuria", recuerda esta joven solidaria que acudió al país no como cooperante si no a través de una agencia de viajes solidarios.

"Estando allí una cooperante holandesa me enseñó a hacer pulseras a partir de anillas de las latas de refresco y desde entonces estoy trabajando en ello para obtener fondos para Los patojos, aunque es difícil porque no se encuentran anillas", destaca.

Una escasez que llevó a esta joven incluso a escribir a la planta de Coca-Cola por si le podían facilitar anillas con las que confeccionar ornamentos solidarios.

"Han consultado con producción y por lo visto no me pueden dar anillas así que dependo de la colaboración de la gente para realizar las pulseras que llevan 16 anillas cada una", reseña esta antigua jugadora del equipo de baloncesto de su localidad. De momento su escasa producción de pulseras solidarias, se pueden adquirir en la tienda Made in Santurtzi de la calle Jenaro Oraá, aunque su pretensión es sacarla a la calle en el transcurso de las fiestas patronales de El Carmen.

"Sin duda sería un bonito gesto solidario llevar esa pulsera en la muñeca, con los colores del pueblo sabiendo que se está colaborando con un programa social y cultural en Guatemala", asegura Vanesa.
La pulsera solidaria, trabajada con las anillas de las latas de refresco, apenas tiene peso y se ha confeccionado con cintas blancas y moradas, el color distintivo de Santurtzi. Se venden al precio de 3,5 euros.

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